jueves, agosto 07, 2025

Un segundo que no termina

Recuerdo la hora,

recuerdo que no hacía frío.

Estaba feliz porque había encontrado mis gafas rosadas.


Recuerdo la ropa que llevaba,

recuerdo la ropa que ella vestía.

Recuerdo el cielo despejado,

la luz que no sabía lo que venía, 

el aire detenido, como si el tiempo hubiera dejado de existir.


Recuerdo cómo subió al auto,

cerró la puerta con un golpe seco,

y me dijo:

“Vero.”


Ese nombre que era mi nombre  fue la última grieta,

la última fisura antes del derrumbe.


Después, el silencio creció,

se hizo ruido adentro,

un hueco que devoró todo,

un abismo sin fondo que no supo de retorno.


Después, nada.

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