domingo, febrero 18, 2018

Los perros

No quiero contarle a nadie del perro que lloró asustado justo debajo de mi esa noche del cumpleaños de hijo tres.

Porque esa noche no bajé a ver.  Esa noche el miedo le ganó a mi sentido común y me fui.
El perro salió corriendo y  quise pensar "ningún perro muerto podría salir corriendo"

Un perro herido ahora. Un accidente con suerte dirían los optimistas.

Un perro tuerto en mis ojos,  un perro cojo en mi cabeza. Un perro que llora en mis oídos. Un perro medio muerto en la esquina que no me bajé a ver.

martes, febrero 13, 2018

Kemalla

Me encantan los ríos de por aquí. Los árboles que los acompañan. Me gustan las casas, las ventanas y sus jardines en pleno altiplano verde.
Me enternecen sus hombres envueltos en serpentina y sus perros muertos.

Un viejo con un cigarro al borde de la carretera, adivino su cara debajo del sombrero. Busca fuego, yo sigo. Me voy alejando del valle, del entierro de mi amigo. Pensamos que siempre estaríamos en contacto. Ni una lágrima.

Cuatro muertos más, doce en total y cincuenta heridos, las miradas sin respuesta entre misturas y alcohol y el baile que no perdona.

Porque los muertos finalmente se entierran y los heridos sanan, pero de ninguna manera la challa.
Es como un sueño. Globos en todas las casas del camino.

El freno a tiempo. Un perro se salva.

Al final del día, un perro vivo,
es un perro muerto menos un martes trece de carnaval.

viernes, febrero 09, 2018

cenizas.

Yo en cambio, voy a necesitar un poco de ella cerca de mi, algo que me sostenga fuerte a esta tierra. Si no, en cualquier nostalgia, voy a salir volando hasta el espacio infinito, y nada me aterra más que eso.

Pienso en llevarle flores a mi abuela, pero ahora también está mi abuelo y a él no voy a llevarle flores. No le gustan esas cosas.

Vamos a Cocha. Yo vuelvo a Cocha.

Hemos iniciado este viaje creando un espacio donde estemos los siete. Todavía nadie dice mucho, pocas veces hemos estado solos. Debería llevarle flores. Mandarles fotos a los chicos. Fotos de las flores. Qué haces después con fotos de flores de tumbas de abuelas ajenas?

No creo que me alcance el tiempo.

Me perturba la muerte. Cualquier muerte me saca de un golpe del camino y me pierdo.  Una garrafa. Los busco a todos fuera del grupo, uno por uno. Miro a la izquierda, está ella, tan cerca.

No quiero ir al cementerio.

De todas formas, ella ya no está sola. Seguro él se encarga de regalarle todas las flores.

miércoles, febrero 07, 2018

Si llega la noche.

Y se hace la  noche de noche y el abismo se abre inmenso. No puedo explicar lo que me pasa. Me sobrepasa el miedo, la imposibilidad de explicar. El frío lo llevo por dentro. Mis manos tiemblan. Pasa el río furioso dentro de mi, me atraviesa y sale y vuelve a entrar. Respiro. Respiro humo. Respiro la  caída libre hacia la nada. Humo.

A veces escucho sus pasos cuando cruza la calle. Cierro mis ojos para protegerla. Que llegue segura a mi. La abrazo desde antes.

De pronto me abruma la culpa, la culpa inevitable de no querer lo que no quiero. Seguro se queda meses conmigo. Como si fuera malo. Ya no quiero imaginarme caminando las calles , ni aunque estén al lado del río.

martes, febrero 06, 2018

De este lado del río.

Acabo de descubrir la diferencia real entre mi vida con sol y mi vida sin el, sin un solo rastro de su presencia. Cuando el cielo es por fin negro. Aunque jodan las estrellas y a veces la luna.

Ahora noche, estoy con ellas, pero yo estoy desde afuera,  detrás de una línea imaginaria que ellas no imaginan. A esta hora, no hay afectos que puedan vincularme con nadie.

(Me incomoda la gente con actitud atareada. Su urgencia por apagar la luz como si fuera el sol).

Lo malo es que detrás de la línea estoy sola, lo malo es que detras de la línea todo es silencio. Entonces todo lo que viene del otro lado, es multitud y es ruido. Cualquier abismo aquí, es el abismo más profundo. La cosa es no pensar en eso.

Pero pienso todo con más intensidad. Siento el viento frío y mentolado en mi cerebro. Puedo si quiero escuchar mi sangre moviéndose en mi cuerpo, puedo imaginar esos ríos. Puedo nadar en ellos.

Puedo escuchar la lluvia (entre todas las voces), pero no puedo encontrarte (y estás sentada al lado)

Ya no.

Nunca me había enfrentado antes a su furia, que es como una riada, que no da tregua ni aliento. Nunca antes había juntado el valor para detenerla, para decirle que ahora no, que somos siete y que somos profundamente felices.

Le dije que no, que esta vez no le permito. Su grito fue inmenso, pero mi miedo fue más grande aún. Y le dije que no.

A ratos me espanta el recuerdo de su voz perdida en ese grito mudo. Espero olvidarlo cuando me toque llevarle flores a su cuerpo sin voz, sin vida, espero que nunca ese grito se transforme en  flores de culpa.

Ha llamado. Siempre es la primera llamada del día (de cada día). He puesto en su contacto una foto que me encanta, no de ella, pero de un momento de profundo miedo y aun así me encanta. Contesto, esta vez en paz.

- Dime mamá.
- Los chicos han ido al colegio?

Claro que han ido, es ahí a donde van los chicos cada día y eso no depende de su llamada. Han ido y el día pasa normal. Claro que han desayunado. Y no, claro que no he forrado ningun cuaderno.

Porque yo no soy tú, mamá.

sábado, febrero 03, 2018

Hope/fear (less)

Las personas como yo siempre tenemos esperanza. Por eso tengo peces, por eso los miro, con la esperanza de quererlos algún día, a mi no me gustan los peces.

Por eso no me muevo, por pura esperanza.

- Ni esperanza, ni miedo - dice uno de mis tatuajes, para que no se me olvide (dice papá). Va por ahi la cosa, si no esperas nada, no le temes a nada.

A nada.

Pero yo si tengo miedo, de despertar un dia y no encontrarte. De llegar a la casa un día y que te hayas ido. Miedo de no volver a escuchar la voz de mi papá. Miedo de no escuchar la risa de Fran. Miedo de abrazar a mi hija y sentir en su espalda la angustia de sus miedos. Miedo del miedo de mi hijo. Miedo del miedo. Miedo al miedo.

Por eso estoy inmóvil, porque yo si de algo sé bien, es del miedo. Porque si hay algo que no me falla, es la esperanza.

viernes, febrero 02, 2018

Sinfín.

A veces se me ocurre pensar que las cosas difíciles tambien se terminan, igual que se terminan las cosas bonitas. Cada vez vuelvo a saber que no. No existe otra forma de aprender. Esa es la cosa.

Su chofer me ha traído al café, esta vez yo he venido a santa cruz, yo he aceptado verla. No parece tener alma, tiene unos imanes que parecen aretes. Muchos. Su mirada se pierde en la nada absoluta. Me mira y me dice que yo tendría que haberle dicho que no deje a Dani, pero yo ya he dejado de escucharla. La culpa ha ido desapareciendo. Los minutos pasan rápido, ya no son más infinitos. Se termina el tiempo del café y me voy. Decido irme y la abrazo, pero no vuelvo a mirar atrás. Ahora me espera la vaquera.

Y el celu insiste insiste y es ella y de ahí en adelante todo son tragedias, y casi todas resultan ser mi culpa porque yo no la detuve cuando decidió tirar toda su ropa a la calle. Y si se me ocurre levantar mi vida de esa  horrible caída, y si se me da la gana de abrazar y de amar a alguien, todo es una maldita tragedia. Su vida ha terminado y yo no la detuve. Van a separarla de sus hijos porque yo no la detuve. Me escribe. Le respondo. Lo último que dice: por favor, deja de responderme cuando yo te escriba. 

Da vueltas y vueltas, pero al final nunca se termina.

jueves, febrero 01, 2018

Fin.

Luces, por fin las luces, por fin las montañas. Aquí todo parece seguro. Nos esperan en la terminal de vuelos nacionales.

El duende vive en otra casa, no es más mio. No vivimos en la misma casa. Mis hijos viven con su abuela. Estamos jodidos. Me quedo en la esquina de la 8. Mi hijo se va con mi madre. A su casa.

Despierto en la mitad exacta de la noche. No reconozco la ventana ni el frío. Todo es confuso. No existe forma de que ella me encuentre. He cambiado mi número. Duermo en un sillón.

Es febrero. Han pasado dos meses. Quizás ya puedo salir. Quizás ya puedo ir al café. Suena el timbre. Suena dos veces. Es ella. Estoy profundamente atrapada.

- Que haces aqui? Cuando saliste? Como me has encontrado?

- Le dije a Dani que si no pagaba mis pasajes, lo dejo y me llevo a los niños.

Todo es tan raro que dudo si es real o no. Quizás llegué cansada anoche. Quizás sigo soñando. Un dia. Dos días. Tres. No me dice nada. Sabe que no voy a volver, pero tampoco siento que ella piense irse. Estoy atrapada en el lugar más seguro del mundo.

Despierta temprano. Duerme en mi cama. Está lista para ir conmigo al café. Se sienta en mi mesa sin que yo le diga cual es. Se sienta al frente de mi silla. Ha memorizado todos mis pasos. No tengo salida.

Me pide la compu para mandar un mail. Abre el gmail y mi correo está abierto. Abre un correo de Dani. Veo la ira en su mirada. Lee dos, tres veces. Lo cierra. Abre los otros correos de Dani. Su ira es inmensa. Cierra mi compu y me mira. Y??? Pregunta. Cuando pensabas contarme que Dani te amenaza con quitarme a mis hijos si vuelves a verme??? No sale de mi ni una sola palabra. Mi cuerpo tiembla y siento fuego por dentro. Si esto no termina ahora, siento que voy a dejar de respirar.

Subimos al aeropuerto en taxi. Todo el camino me interroga. Me pregunta. Quiere explicaciones que no tengo. Que quizás ya he olvidado. Faltan 2 horas para su vuelo. La veo entrar a pre embarque. Siento que me he salvado. Que ahora todo volvera a la normalidad de esta ciudad atrapada entre las luces. Estoy a salvo.

Dos horas después, mi teléfono suena. Esta vez no son tres veces. Suena unas 50. Es Dani.

- Que le has dicho? Qué le has contado? Me ha echado de la casa. Ha tirado todas mis cosas a la calle. Dice que no volveré a ver a los niños. Yo te advertií, si yo pierdo a mi familia, tu pierdes a la tuya.