viernes, mayo 03, 2024

Nada

No todas las cosas que pasan, pasan por algo, no hay un aprendizaje en todo, no todo tiene un buen lado.

Qué de bueno puede haber?

Me quedo despierta pensando: qué cosa buena ha venido a mi vida con la parálisis? 

Nada. 

Me despierto en el momento más oscuro de la noche, algo me atraviesa y me deja la sensación de haber sido partida por la mitad. 

Volveré a ser una? 

Volveré algún día a sonreír? 

Nunca me ha gustado mucho la luz del sol, siempre tan brillante y tan torpe, pero ahora no me gusta ninguna luz, la del sol por brillante... pero la luz artificial, esa que me expone a sus consejos, esa que los lleva a preguntarme: ¿qué ha pasado? ¿Hace cuanto tiempo estas así?, esa luz la odio, no me incomoda, me expone y la odio. 

Afuera esta todo tan oscuro (saldría a caminar si no fuera por el frío que hace), debo ser silenciosa, no quiero despertarla, después mañana se despierta enojada y no estoy para enojos ajenos, apenas puedo con los míos. Deben ser las 4, no falta mucho para que se despierte, se despierta todos los días a las 6.

Me ducho, si, a las 4 de la mañana, porque pienso que el agua caliente de la ducha puede hacer más llevadera esta espera, pero el tiempo está detenido, salgo de la ducha y son las 4 20. Fumo un porro, una billa, al final me lo fumo todo, error, el porro hace que el tiempo pase más lento aun, ni modo. 

Tomo agua, pero mi cuerpo no quiere agua, entonces vómito todo, el agua y todo, voy a la cama en silencio, pero no puedo ser silenciosa, finalmente la despierto y me abraza, su abrazo siempre es el lugar más lindo y más seguro para mi, pero ahora me asfixia, necesito moverme y estoy atrapada en el abrazo más dulce. Me quedo quieta, un minuto, 10, 40. Listo, salió el sol. 

Y no, no hay nada bueno en esto, no ha llegado nada bueno a mi vida con la parálisis. Nada bueno para mi. 

Pero si, algo bueno para los que están conmigo, he dejado claro que soy una persona paciente, ya no necesito demostrarlo, soy super paciente, qué bien que ahora lo sepan., ojalá dejen de decirme que debo aprender a ser paciente. Ojalá dejen de decirme... 

Mi ojo derecho casi no ve, y mi oído escucha todo sin filtros, pasa el camión del gas con ese ruido mortal, me pierdo un segundo... acabo de tirar las cenizas de mi cigarro en mi café, más bien ya quedaba poco. 

Y el día apenas empieza. 










jueves, mayo 02, 2024

Camilo corazón

Vero, soy Camilo, yo sé hacer pan y me gusta el café, puedo trabajar contigo?

Vero, quiero sentarme aquí contigo, fumemos cigarritos, tomemos cafecitos, no me gusta la vida vero, me cuesta mucho mantenerme vivo, es muy dificil, vero, no entiendo nada. No me dejes solo, vero, dejame sentarme aquí contigo, quieres leer mis poemas, vero? Quieres acompañarme a la U? 

Así conocí al Camilo, un hombre hermoso con cara de niño,  un poco calvo a sus veintitantos años, con sus zapatos y su morral de cuero, tan bonito todo en el, impecable siempre, con su jean tan lindo, tan limpiecito, su camisa a cuadros, tan elegante y su cara hermosa de niño triste.

Las huellas de sus lágrimas, las podía ver sin esforzarme, sólo yo veía esas huellas, decía el Cami, sólo yo sabía exactamente eso que el sentía. El sabia que yo sabía. El quería quedarse cerca de mi, así estaba seguro, protegido, defendido. 

A él no le ponía ninguna cara cuando el quería contarme, a él si me gustaba escucharlo, el buscaba, a su edad, eso que yo ya había descifrado -somos personas tristes, Cami, no vamos a poder vivir sin esta tristeza que nos hace, finalmente, quienes somos. Así no más es Cami, pintamos la tristeza, escribimos la tristeza, hablamos tristeza, bebemos tristeza y vomitamos sangre Cami, porque la tristeza es así, es un fuego que nos quema por dentro Cami, no es una enfermedad, no existe un tratamiento, la tristeza nos rompe por dentro y por eso Cami, por eso es difícil, porque la sangre es dolorosa, y ni tu ni yo, podemos nombrar el dolor. 

El cami no resistió a la vida y se fue de este mundo un domingo en la madrugada, el domingo 15 de marzo del 2020, en la madrugada. 

Yo bajaba de la feria de El Alto, habíamos ido a comprar unas banquitas para pintarlas y venderlas, por si la pandemia no nos dejaba más formas de sobrevivir. Me crucé con el Adrián, amigo del Cami, en el mismo lugar donde vi al Cami por última vez, vi que el Adriáncito tenía los ojos rojos y pensé "qué lindo domingo va a tener este chico", pero despues, en mi casa, vi la foto del Cami en fb, una foto sin colores, una foto donde la cara del Cami salia desenfocada y se veían, delante de él, unas ramitas nítidas, una foto hermosa, ese domingo, el domingo más triste, vi la foto que decía que el Cami se había muerto, primero el mundo entero se detuvo, pero no el ruido, nada se movía, ni las hojas de los árboles, pero si podía escuchar cómo el viento arremetia contra todas las hojas de todos los árboles del mundo. Después todo volvió a moverse, lento, de a poco, pero no era el mismo mundo, no era ese lugar en el que yo estaba cuando vi la foto, este era diferente, era más triste, más desesperado, era un mundo donde solo podía sentir lo irreversible de las cosas, un lugar del que nunca más pude salir. 

Pensé en su morral de cuero, pensé en su carita hermosa de niño triste, en sus zapatos, en su Jean impecable, en su camisa hermosa, en sus hermanos, en su mamá, en su papá... quise abrazarlo, quise que por dios fuera sábado otra vez, que deje de ser domingo, quise viajar en el tiempo y detenerlo, abrazarlo, sacarlo de ahí, traerlo conmigo, guardarlo en mi abrazo, cuidarlo para siempre de ese dolor del que no podiamos hablar, ni el Cami ni yo. 

Pero dios no existe y el tiempo jamas, jamás va hacia atrás, esa es la condena, el tiempo solo va hacia adelante. 

No pude Cami, no pude viajar hacia tu desesperación, no me di cuenta, Cami. Perdón. 

Compré pasajes a Sucre, al menos iba a despedirme de tu cuerpo, amado Cami, al menos iba a llevarte flores, mi corazón, pero la pandemia Cami,  cancelaron los vuelos, papito, nos encerraron en nuestras casas,  y no pude ir a despedirme de ti, no pude llevarte flores, no pude abrazar a tus hermanos ni a tus papás. 

No pude nada Cami, más que una promesa, la promesa de nombrarte hasta mi último aliento. 

Porque me dijo mi papá esa vez, sólo muere quien se olvida y no Cami, yo no voy a dejar que te mueras dos veces, yo llevo tu nombre en mis labios. 

Todos los días, Cami. 

Para siempre, Cami. 











El abismo

Bueno,  si quieres saber, yo te voy a contar cómo es.

Cuando mi abuela murió, murió a las 4 de la tarde de un día normal. La velaban en mi casa, en el living de mi casa, yo solo me animé a mirarla por la ventana, yo no quería que se muera pero tampoco quería verla así, amarilla, flaca, enferma.

Siempre todo fue contradictorio en mi vida, no quería que se muera pero quería que deje de estar viva. 

La cosa es que se murió y yo me fui a dormir con esa noticia en mi mente, pero esa información desapareció mientras dormía, y cuando desperté lo supe, mi abuela ya no estaba, ya no iba a estar nunca más, lo supe ese instante y entonces conocí el abismo por primera vez.

Primero senti mi pecho caliente, me paré para tomar agua, vi como el piso desapareció debajo de mis pies, nada me sostenía, empecé un viaje violento hacia el centro de la tierra, caía una y otra vez, sin tregua, sólo caía en un agujero oscuro y frío. Corri al espejo para mirarme, estaba ahí, mi cuerpo estaba ahí, en el reflejo, pero yo no, era mi cuerpo de 12 años, pero no era yo, yo estaba cayendo y recuerdo con exactitud el ruido de esa caída, igualito que cuando te lanzas en paracaídas y escuchas el viento violento en tu cara. Igualito

Esa fue la primera vez,  la primera de un montón de veces. Con los años he aprendido a sostenerme de algo mientras caigo, pero caigo de todas maneras 

Caigo siempre profundo, siempre violento y no, aun no llego al fondo, el fondo no existe, es infinito, igual que la caída. 




miércoles, mayo 01, 2024

Entre las sombras

Quiere forzarme a lo que no puedo. 

No tiene sentido, no entiendo,. 

Por qué eres así?

Por qué respondes así?

Por qué no te decides?

Por qué no entras y preguntas?

La luz? La luz no tiene nada!


Es que me van a mirar, me van a ver,

No quiero que me miren. 

Al menos, cuando estoy con ella, me cubro en su sombra, camuflo mi imagen con su voz, solo ella responde, solo ella pregunta.

Yo escucho

Yo voy entre un movimiento suyo y el siguiente.  Aprendo de a poco a predecir hacia donde va a dar el siguiente paso. Ella empieza a darlo, yo ya estoy ahí, detrás de su sombra. Segura, sin la luz en mi cara, en mi cara desarmoniosa, mi cara que cierra un ojo y sonríe sin querer, mi cara que asusta niños si la foto fue tomada en un momento sin cuidado. 

No quisiera volver nunca a la luz, a las preguntas, a los pronósticos y a los tratamientos. 

Has probado con caca de chancho?

Has intentado quitarle la casa a un hornero? 

Te has puesto romero? 

Era que te pongas. 

Era que vayas con el otro médico. 

Era que te pongas caca fresca de bebé , ahora ya no va a funiconar, era al principio

Ahora es tarde

Prefiero no escucharlos más, pero si me miran, me hablan y si me hablan, yo los escucho. 

Qué no me miren entonces, que la miren a ella, tan linda, tan armoniosa, tan dulce, tan jamás enojada, tan buena ella. 

Qué la miren a ella. 

Qué le pregunten a ella. 

Que la saluden y que salude ella. 

Yo no quiero saludar, mis palabras todavía salen chuecas, todavía digo la S con un silbido extraño, como si tuviera una fuga de aire en algún lugar, igual la F. 

Tal vez nunca más pueda decirlas bien.Tal vez decida dejar de hablar.

Ojalá desaparecieran esas  letras, la S, y la F, al menos. 

Ya no podría decir foco, entonces el foco ya no existiría y sin foco, no hay luz y sin luz, dejarían de mirarme. 

Pienso en un mundo donde yo quiera existir y todavía no he logrado imaginar ninguno más que este, este en el que existo solo entre las sombras. 










Think out loud

Pienso con volumen. 

Nunca supe como describirlo realmente, no es que digo lo que pienso, no es que no me importan los que escuchen, es que pienso con volumen. 

Eso es todo. 

A que me ha llevado eso? 

Al abismo, por supuesto, a la gente enojada porque me pidieron una opinión y yo la pensé, pero la pensé con volumen, entonces me escucharon. 

Mejor no me preguntes, es lo que les digo siempre. No me preguntes porque mis pensamientos son concretos y dentro de mi no tengo filtros. 

- Cómo me queda ese Jean? 

- Te ves gorda. 

Listo, la furia para mi. 

- Quieres prestarme plata? 

- No, la verdad no quiero porque luego tengo que pedirte que me pagues y no me gusta pedir. 

Otro enojo a mi favor. 

- Qué tal mi café? 

- Horrible! 

Y así, voy sumando enojos, que se transforman en distancias y entonces el abismo viene a buscarme.

El abismo... 

Por eso el vértigo. 

Por el abismo. 





miércoles, abril 24, 2024

Mamá

Dejar de hablarle no es gratis, de ninguna manera algo podría ser gratis si la que cobra es ella.

Sé va a  morir un día cercano porque ya este año cumple 69, ella quiere morirse sin que yo pueda despedirme, porque ese es mi castigo.

Pero yo me despido de ella cada día, por si acaso, porque yo sé que más allá de lo que ella quiera, mi alma puede hablar con la suya y decirle: "chau mamá, gracias por todo, te debo mi resistencia y mi fuerza, también mi vida, gracias mamá '

Hace poco entendí que no es su culpa, la maldad que guía sus días, no es culpa de ella, es una enfermedad mental, de las mas crueles con los que crecen cerca.

Narcisista. 

Existe ella. 

Existimos por ella. 

Vivimos gracias a ella. 

La necesitamos, ella no nos necesita.

Es una enfermedad, pero eso no nos obliga a resistir sus golpes, uno encima de otro, uno encina de otro, porque uno no le basta, ni dos ni diez, deben ser muchos, no para herirnos, no para dañarnos, sus golpes son mortales, son golpes para destruirnos, sobre todo cuando ya no queremos seguir en ese juego de existir para ella. 

Se va a morir un día y lo más probable es que no me deje estar cerca de ella. Así como para cerrar su vida con broche de oro, va a querer que yo sufra el resto de mis días por no poder estar cerca cuando ella se muera. 

Pero no, no voy a sufrir, porque no tengo nada guardado, aquí dejo todo. 

Gracias mamá, te debo la vergüenza, el no poder bailar delante de mis amigos, el pánico cuando quieren que hable, te debo la vergüenza del placer, la vergüenza de besar, la vergüenza que no me permite entregar mi cuerpo al sexo.

Gracias mamá, gracias por haberme metido hasta los huesos la vergüenza de ser quien soy, la vergüenza de escuchar como escucho, de sentir los olores que siento, de sentir las pieles en mi piel, así, con miedo, con impresión, con asco.

Gracias por este camino lleno de huecos, gracias a ti soy tan fuerte, gracias a ti, soy la más resistente, la más obstinada, la más necia. 

Chau mamá, gracias por todo. 



Dicen

Uno, el que me dio el tratamiento , dice que he hecho mal las conexiones. Que por eso sonrío cuando quiero cerrar mi ojo.

Otra, la más terrorista, dice que son secuelas, que me voy a quedar así, también dice que el Evo y el Lucho son corruptos (como si algún político no fuera) 

La otra, la neurologa, dice que sabremos de secuelas en 9 meses, que hasta entonces, no piense más en esto. 

La otra, en la que confío, dice que puedo decirle a mis músculos como funcionar y que ellos, eventualmente me van a obedecer. Pero ella, en la que confío, también me dice que si me concentro, podría escuchar solo mi respiración y nada más, pero la verdad, no le creo, intento eso si, pero como no funciona, no le creo.

La otra, la que amo, dice que no se nota, pero claro que se nota, sólo que ella me ama, si, me ama como yo la amo a ella.

Al final, todos dicen algo, todos dicen todo, pero más allá de sus quereres y de sus palabras, la mitad de mi cara sonríe cuando yo solo quiero cerrar mi ojo. 

The sound of silence

Es cómo ese aparato negro que metes al inodoro para destrancarlo, es ese sonido exactamente el que escucho en mi oído izquierdo. Como algo que se tapa, se destapa, se tapa otra vez, pero por encima de eso, después se destapa pero en un espacio tapado, más difícil de explicar que la misma sensación.

Eso si, me pasa lo mismo que con la angustia cuando se atreve a atravesarme sin preaviso, debo quedarme inmóvil, no tengo que moverme, mi cuerpo de pronto es todo de cristal, del más frágil, si me muevo se rompe todo. Si respiro muy profundo, podría estallar todo. 

Debo permanececer quieta, necesito enfocarme en no escuchar nada más que el vacío en mi oido, no quiero escuchar las otras cosas, necesito que dejen de hablarme un rato, unos minutos. Si, es verdad que no siento enojo, pero si me hablan tengo una reacción de enojo. La final es lo mismo, mi papá siempre me decía: 'no basta con ser, hay que parecer" y bueno, si parezco enojada aunque no esté, entonces estoy. 

Intento sonreír, mi risa es una burla, es una oda a la imperfección, odio sonreír por fuera, pero sonreír es una de las cosas que más amo hacer, todo es contradictorio, es una cosa pero en realidad es otra.

La opuesta. 

Intento sonreír y decido mil veces no volver a intentar, pero algo en mi insiste. 

Bostezo y se cierra un solo ojo, el derecho, una imagen monstruosa. 

Si quiero cerrar ese mismo ojo, entonces sonrío si querer sonreir, mi cara sonríe, la mitad de mi cara sonríe y yo me miro, miro mi reflejo y siento náuseas ante lo irreversible de mi cuerpo. 

No, no es que voy a resistir así mucho tiempo, tengo un límite, me quedan 9 meses más, el tiempo en que se hace un hijo, 9 meses de paciencia, pero ni un día más. 

No, no me interesa la vida así. 

He vivido siempre en el límite  de la discapacidad, siempre he tenido que aprender a camuflarme, pero al menos mi discapacidad no era tan evidente, ahora se nota, se ve en todas las fotos, en todos los espejos, en todos los charcos. 

Intento otra vez cerrar mis ojos con fuerza, mi cerebro vibra y escucho las olas, las olas inmensas del mar cuando se forman, cuando arrastran el agua para crecer y despues estallar en las piedras y en la arena y en los restos de conchas y de cangrejos muertos. 

Todo es sonido. 

Todo lo que pasa lo puedo escuchar. 

Y lo que no pasa también. 

Respiro 

Uno, dos, tres. 

Uno. 

Uno, dos, tres, cuatro, cinco. 

No escucho nada, solo mi respiración. 

Nueve meses y ni un día más.