sábado, agosto 09, 2025

Las hojas secas

Durante años caminé

sin saber qué llevaba dentro.


Un animal extraño, sin nombre,

habita en mi pecho.


Un paso,

una traición.

Pisaba hojas secas,

hojas doradas

que prometían sostenerme.


Pero se rompían bajo mis pies

y me lanzaban a un hueco oscuro,

a un abismo frío,

sin fondo.


Me tragaba

sin hacer ruido.


Silencio rotundo.


Caía.

Sin fin.


Silencio. Silencio.


Caigo.

Sin fin.


En la caída,

se me va el aire.

Mi pecho se hace pequeño.

Mi garganta se seca.

Mi cuerpo tiembla.

Mi alma.

Eso que tiembla es mi alma.


Una turbulencia mortal.


Me tomó años, demasiados,

entender que ese vértigo, esa náusea,

no venían de afuera.

Venían de mí.

De la angustia pura.


Yo soy la angustia.


De la desesperación brutal de estar viva.


Un fuego ardiendo

donde no debería.


Un relámpago

que no ilumina.


Una soga invisible

cerrándose sobre mi cuello.


Hoy sé que esa angustia

vive en mis huesos.


Es un filo que corta.

Una sombra

que me nombra.


A veces me abraza

con una ternura torcida.


A veces me empuja

hacia ese abismo paciente

que siempre espera por mí.


Que espera que yo siga pisando hojas,

hasta que no haya más camino.


Y yo

Camino.

Sin saber,

confiando.

Pero vuelvo a caer.

Una vez y otra vez.


No hay comentarios.: