Yo ahora intento recordar lo que se supone fue el tiempo más feliz de mi vida y no lo consigo.
El recuerdo se atraviesa con otro recuerdo que llega como un relámpago y borra todo.
Las flores.
El lago.
La promesa.
El hastío…
Ni siquiera recuerdas la fecha.Yo recuerdo que me compré unas plantas en el camino.
Nuestra nueva Rayuela, tan grande y tan linda, la noche llena de bailarines y de fiesta. Todo parecía tan lindo.
¿fue real?
La certeza viene rotunda con un golpe de luz y con ruido.
Es estallido.
—¿Qué vas a hacer, atraerlo a ti con comida gratis?—
Lo sé porque recuerdo la luz exacta de ese momento.
Recuerdo el olor a masa de pizza.
El agua tibia en mi cara, como un pequeño río tembloroso.
Recuerdo que hacía frío.
“Disculpa la torpeza.”
Todo solucionado.
Un mensaje insistente en tu teléfono te deja ahí.
Asunto resuelto.
Pero yo sigo cayendo en ese hueco oscuro de tus acusaciones absurdas, y en la cama, con las luces apagadas, la caída no se acaba.
Una, dos, cien veces, busco los recuerdos de nuestros días más lindos.
Y cuando por fin encuentro uno, irremediablemente lo atraviesa la tristeza.
Pensar en ti o en nuestra vida juntas, ahora sólo me trae tristeza.
Eres un lugar que debo dejar de visitar.
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