Ni a personas ni a animales.
Hasta hoy, que por primera vez dije en voz baja: hoy te dejo, te despido de mis posibilidades, abandono tu abandono.
Entendí que tus formas de andar por la vida, son mortales para mi.
El silencio forzado después de tragar saliva. Cambiar con urgencia el foco de tu mirada. Cruzar tus brazos para sostenerte a ti misma. Tus ojos llorosos cuando ya no soportas un segundo más de silencio, entonces lo dices, torpe, con todas tus armas, defendiéndote de un monstruo inhumano que no existe más que en tu cabeza.
Quién sabe las cosas que aún debes pasar para resolverlo, quien sabe qué caminos solitarios serán necesarios.
Todos somos apenas lo que podemos.
Apenas lo que podemos.
Pienso en ti y solo recuerdo esa forma tuya de sacar de tu camino lo que te incomoda.
Después la culpa.
Cada paso planeado, siempre, siempre en silencio.
No juzgo tus decisiones, pero se qué a pesar de mi amor profundo, prefiero seguir mi camino sola.
No me da el alma para acompañarte en ese camino que te falta andar.
Usaste las mismas palabras para describir exactamente la misma sensación. Despertar en un mundo ajeno. Como la locura.
El miedo que te enferma
La angustia que no te deja respirar.
El silencio.
Eso mismo sentí yo.
Silencio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario