miércoles, enero 24, 2018

No me va alcanzar la mañana.

Tengo que cocinar seis cosas. Mejor llevo el café conmigo o no me va a alcanzar la mañana.
Voy a una revisión que dura 90 minutos en lugar de 30, no me va a alcanzar la mañana.
Mi teléfono suena insistente. No puedo hablar con este tubo en mi garganta, mi teléfono no entiende razones e insiste. Es mi favorito.

-Están detrás de mi, habían muchos señores raros, grandes, se han enojado porque he compartido el video muchas veces, me han metido tubos en mi cabeza. Mirá. Tocá. Me han hecho heridas. Nadie me cree. He venido corriendo porque sé que aquí no vas a dejar que me hagan nada-

Tomo sus manos con fuerza para que deje de golpearse, claro que tiene heridas, no de tubos, se las hace el en esa desesperación inhumana. Tiembla todo su cuerpo. Tan frágil. Logro que se agarre de mi con fuerza y lo abrazo. Llora y esta aterrado.

(No va a pasar nada, bb. Nadie te va a hacer nada)

Me mira y sus ojos no encuentran mi mirada. Se mueven rápido, hacia todas partes. Está seguro de lo que dice. Yo estoy segura que no ha pasado nada.

Pienso rápido. Está dentro del sueño aún. No se da cuenta. Siento cómo tiemblan sus manos en mi pierna derecha. No tengo tiempo para llamar a nadie, debo actuar.

- Escucháme. Hay un muro transparente entre vos y yo, estás del otro lado. Concentrate, cerrá tus ojos, atravesá el muro. Ven a mi. Atravesá el muro. Ven conmigo.

Magia. Deja de temblar. Abre los ojos y me encuentra. Me mira. Me abraza. Todo vuelve a la más absoluta calma. Lo veo bailar mientras sirve las sopas.

Lo he recuperado. He cocinado las seis cosas. Son las 11:50 de la mañana.

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