viernes, enero 19, 2018

6638

Deben ser las 5 de la mañana, todavia está oscuro y para poder vestirme tengo que encender la luz (pero yo he aprendido a despertar con el primer sol o con sus pasos en la madera que rodea mi cama), es que este no es un día normal. Me han dicho que mi vida nunca más va a ser la misma,  que no volveré a dormir (con lo mucho que duermo), dicen que ni siquiera podré ir sola al baño a partir de hoy. De todas formas dudo querer ir al baño con los 10 centímetros que van a atravesar mi cuerpo al final del día.

Me han dicho que vaya hoy a las 7 de la mañana, y que si me preguntan si me duele, debo decir que si, pero la verdad es que no me duele nada. Solo el miedo, como un cuchillo que atraviesa mi garganta cada vez que respiro. Yo no quiero que mi vida cambie. No quiero desvelarme por nadie. El lunes tengo café bien tempranito. Hoy es viernes. Ojalá pueda ir.

No pude. Olvidé el café.

Salí de la clínica el domingo en la tarde. Duerme. Tengo miedo de que ella deje de respirar si dejo de mirarla. Desperté de la anestesia y no he vuelto a dormir. Estoy olvidando lo que existe fuera de esta casa. Estoy olvidando mi vida mucho más rápido de lo que pensé.

Ya suman 7 los días. Ahora tengo un espejo chiquito que pongo debajo de su nariz para asegurarme de que no esté muerta. Respira bajito. Me llaman. Vienen. Me dan consejos que no he pedido. Me confunden. Me vuelven a llamar.
Cuelgo. Desenchufo la compu. Apago el celu. Saco el timbre de la casa. Golpean la puerta hasta que la despiertan. Salgo furiosa. Les digo que se vayan. No duerme ella ni duermo yo. Ella por empute. Yo por miedo. Dos horas. No llora. Se cuelga mirando el mismo techo que miro yo.
Me mira y sonríe. La miro y dejo de respirar.

15 meses. Se ha chocado de frente con la mesa. No bastan las advertencias. Le fabrico un casco con esponjas. Ella sabe a dónde quiere llegar, sabe llegar, pero no se fija en el camino ni en lo que hay en él. Pisa los cubos de colores que ella misma ha dejado tirados dos minutos antes (creo que todavía no almacena nada en su memoria).
Se cae, ni una lagrima, se levanta y guarda los cubos pero ya no sabe hacia donde iba. Se queda sentada en el piso. Es divertida. Olvida todo.

Son las 11. Dijo que llegaba a las 6. Y si le han hecho algo? No contesta. Y si fue un accidente?. No contesta. Y si está en un camión en la frontera? No contesta. Tres horas más.  Llega porque la traen. Un mes sin la luz de la calle. Su piel es tan blanca que veo sus venas. Parece que ha aprendido la lección y que ha aprendido un poco de inglés.

Mamá, felicitame, ya sé hacer la leche del café

Suman 18. No días, años; y yo ya he olvidado por completo lo que es vivir sin el miedo que me acorrala cada vez que la pierdo de vista.

No hay comentarios.: