viernes, febrero 02, 2018

Sinfín.

A veces se me ocurre pensar que las cosas difíciles tambien se terminan, igual que se terminan las cosas bonitas. Cada vez vuelvo a saber que no. No existe otra forma de aprender. Esa es la cosa.

Su chofer me ha traído al café, esta vez yo he venido a santa cruz, yo he aceptado verla. No parece tener alma, tiene unos imanes que parecen aretes. Muchos. Su mirada se pierde en la nada absoluta. Me mira y me dice que yo tendría que haberle dicho que no deje a Dani, pero yo ya he dejado de escucharla. La culpa ha ido desapareciendo. Los minutos pasan rápido, ya no son más infinitos. Se termina el tiempo del café y me voy. Decido irme y la abrazo, pero no vuelvo a mirar atrás. Ahora me espera la vaquera.

Y el celu insiste insiste y es ella y de ahí en adelante todo son tragedias, y casi todas resultan ser mi culpa porque yo no la detuve cuando decidió tirar toda su ropa a la calle. Y si se me ocurre levantar mi vida de esa  horrible caída, y si se me da la gana de abrazar y de amar a alguien, todo es una maldita tragedia. Su vida ha terminado y yo no la detuve. Van a separarla de sus hijos porque yo no la detuve. Me escribe. Le respondo. Lo último que dice: por favor, deja de responderme cuando yo te escriba. 

Da vueltas y vueltas, pero al final nunca se termina.

1 comentario:

Zagal dijo...

Todo se termina, solo hay que ponerle más empeño.