Me encanta la lluvia, pero hoy está especialmente fría,
con granizos que llegan urgidos, buscando tierra caliente.
Lástima que solo hay asfalto por aquí.
El granizo y el viento: una batalla.
Uno empuja, el otro se hace más grande.
Y yo aquí, absorta y congelada
en este instante inmenso, infinito.
Para eso aprendí a frenar:
para vivir los segundos microscópicamente,
para desmenuzar los instantes
que luego son historias.
El mundo no para,
pero yo sí puedo pararlo.
Y en esa pausa existo.
Solamente en esa pausa, respiro.
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