Y de pronto llega el día que jamás querías que llegue.
Tantas noches rezándole a dios en tu cuarto de niña, para que nunca llegue, para que por favor nunca llegue este día.
(Hoy cumple años la Fer. Cumple veintiséis; la primera vez que te fuiste, Ernesto cumplía 31).
Llegó el día, como llegan las cosas terribles: con fuerza, con rayos y con truenos, con una lluvia que de pronto terminaba de caer. Apenas unas gotas.
Apenas unas gotas.
Con el frío que traen todos los vientos después de la lluvia.
Y yo que no puedo dejar de mirarla. Siempre he pensado que es la chica más linda.
—Ven, el Lolito está en el auto—
Voy detrás de ella.
Gatito querido.
Lolito, mi amor.
Prometo volar hacia ti cuando decidas partir, prometo estar ahí, cerquita de ti.
Chau gatito, chau Lolito, que te reciban los árboles más lindos de esa ciudad…
esa ciudad que, uno a uno, se los ha llevado a todos.
A todos.
Hasta a ti te ha llevado, gatito.
A mi amor también, Lolito.
A mi rosa más hermosa.
La más terrible
de todas las rosas.
Pero así como llega
el día más temido,
también termina.
Todo lo que un día inicia
está destinado al fin,
porque la vida es eso
y nada más.
De una manera
o de otra.
O de todas las maneras.
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