El universo guarda un silencio brutal cuando necesita que cierre una herida.
No responde.
No deja entrar a nadie.
Me deja sola
en este temblor ancestral.
Van pasando todas a través de mí.
Rompiéndolo todo.
De una vez por todas.
Ahora comprendo cuál era el ángel que entre nosotros pasó.
Mi cuerpo se niega al alimento.
Al agua.
A la vida.
No hay camino.
Todo es demasiado fuerte.
La electricidad toma fuerza.
Se abre camino por mi cabeza,
por mis ojos,
por mis oídos.
Pasa por mi garganta
y quema todo a su paso.
Mi voz desaparece
y apenas forma un par de palabras.
Mi voz —hace tiempo— ha cambiado.
Ha quedado ronca.
La luz es insoportable.
Escucho mi latido desesperado.
Pum pum.
Pum pum.
Pum.pum.
Fuerte.
Rotundo.
Late en mis manos,
en mis pasos,
en mi cabeza,
en mis ojos,
en mis oídos,
en mi espalda,
en mi pecho.
Ese latido.
El latido del mundo.
De la vida.
El mío.
El tuyo.
Da igual.
El universo guarda un silencio brutal cuando necesita que cierre una herida.
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