viernes, marzo 30, 2018

Por eso el frío.

No tengo registro en mi memoria del momento en el que decidí pararme detrás de la línea que me separa de todo lo demás. No sé bien cuando fue que la vergüenza le ganó a todo lo que tenía en mi vida.

Puedo, si quiero, mirarme desde afuera y sentir pena no me alcanza cuando me veo en la esquina de un mundo tan estúpidamente instantáneo. Debajo del único farol que no alumbra. Protegida de todas las miradas en el lugar más oscuro. Siempre tan equivocada como es posible estar.

Por eso tanto frío.

Me convierto en ninja entre cualquier multitud, esquivo con maestría el rose con cualquier cuerpo. He aprendido a moverme tan rápido que ninguna mirada alcanza mi chompa sucia, ni mis ganas descomunales de desaparecer.

Por eso las esquinas.
La luz ahí casi nunca llega.

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