lunes, julio 20, 2009

Encontré un duende en mi cocina

Marzo llegaba al 30 y yo había terminado de colgar el "No hay Vacantes” en la puerta de mi guarida, esta ciudad no tenía aire para mí y yo ya no tenía nada más que hacer aquí. Pero el café, era el olor del café el que siempre me llevaba a la cocina gigante de esa casa donde todos los días la mesa del te explota de gente, voces chillonas y exceso masas. Y ahí estaba, un duende de colores y con los ojos más celestes y profundos que he visto en mi vida. Un duende chiquito y con muchos secretos y respuestas en la mirada. Me miró y lanzó una carcajada cuando vio mi cartel… mi duende sabía que un espacio en mi vida lo había estado esperando siempre y que no necesitaba vacantes para entrar y dar vuelta mi mundo entero. Yo venía recuperándome de la última salida por el mundo y le dije que no pensaba volver a salir, volvió a reírse de mí, me dijo “No necesitas salir para ver el mundo, puedes verlo completo desde aquí”… tiró por la ventana mis gafas oscuras y puso una cámara de fotos entre mis ojos y el mundo… pintó marrones las paredes blancas de mi refugio, le puso colores y fotos naranjas de otros pedazos de mundo, trajo de su lugar inciensos que le dieron un aroma de paz a mi espacio, tomó mi mano con fuerza y me mostró los lugares más mágicos que esconde esta tierra, lugares que antes solo existían en los sueños de los seres que no se atreven a soñar… y pasamos corriendo entre las nubes y respiramos la nieve de las montañas, y conversamos con los monolitos y con la pachamama, y fuimos testigos del cielo parte del agua… y mi duende voló sobre el mar de sal y yo conocí el mundo detrás de sus pasos siempre tan asombrada

Un día, mi duende me llevó a conocer su mundo… un pueblo mágico llamado Tilcara. Un lugar donde se hacen cabalgatas al cielo… un lugar con el cielo naranja, donde se respira aire y café… un pueblito donde las personas “no-duende” venían todos de lugares como el mio, encontraron todos lo que estoy buscando yo… prometí volver, pero no encuentro el camino.

Fueron 3 meses exactos, ese fue el tiempo en que mi vida se iluminó completa con la presencia de mi duende porteño. Pero este ser de luz tenía que continuar cambiando vidas en otros rumbos, y trepado en un bus, con un cartelito que decía “kill de midget” ( midget = ser oscuro disfrazado de niño ) se fue… se fue y sus ojos celestes como el cielo me decían que no lo volvería a ver… y partió… se alejo de ese último lugar físico que compartimos y cuando se alejaba vi salir de ese bus un humito azul por su ventana… Mi duende se iba y yo no podía hacer nada.

Hoy desperté en medio del cemento frio del mundo… hoy desperté con ese vacío insoportable que nos dan las ausencias de los seres que nos cambiaron la vida. Ya no sé si pasó o si todo fue un sueño mío… pero siento que respirar hoy que causa un gran hastío.

Gracias duende chiquito y auténtico porteño por todos tus colores, gracias por el lente mágico que pusiste entre mis ojos y este mundo. Gracias por enseñarme a creer en mí.

Gracias por enseñarme a existir aunque jamás sea nombrada, por enseñarme a respirar aunque jamás sea el objetivo de ninguna mirada.

2 comentarios:

Vania B. dijo...

Muy bonito post dedicado. Ojalá el duende de ojos azules lo lea. Abrazos.

Vero Mendizabal dijo...

Hola Caps,
Ojalá... y si no, no importa... las cosas no pueden ser tan materiales que queden en un solo lugar, la esencia de las letras tiene que tener el poder de volar... de llegar hasta donde debe llegar.
un beso,