martes, julio 11, 2017

Miedo II

Un cuerpo roto habita dentro del mío, dentro del cuerpo que hasta entonces había sido una máquina.

Eran mis ojos solamente, tapados, pegados, no me dejaban encontrar la luz para huir de ella. Se esforzaban y solo lograban encerrar formas difusas, como ellos no podían, mi cabeza se esforzaba más por ver y entonces el estallido, los restos de un sonido repetitivo, la luz  exagerada. El ruido y la luz blanca, el abismo que no me da tregua.

Las consecuencias de esa luz mezclada con una pasta amarilla y yo que nunca quiero dejar de ver. de mirarlo todo y memorizarlo. Era un aviso y no,  claro que no me estaba quedando ciega.

La solución rápida. La que nunca ayuda a resolver las cosas. Un río de lava  sube hasta mi garganta, hasta mis ojos, quema todo el sendero por el que ha decidido fluir. La lava, el fuego caliente y rojo deshaciendome por dentro. Era otra yo, soy otra desde el día ese de la tormenta de fuego. Lo que llevo por dentro ya no es rabia ni risa, no es cansancio ni dolor, ni soledad ni fiesta. Es fuego, ardiente y rojo. Tan vivo como yo muerta. Tan torpe como torpe soy yo cuando el río ataca.

El tubo delgado (segun ellos), inmenso y bruto (según yo)  entra y saca pedazos para las pruebas, pedazos para el basurero, pedazos para restarme, corta y pega, también con fuego. Me clavan los seguros que garantizan juntar lo que este río de fuego ha roto, lo que este río rojo ha partido en dos, pero nada tan roto se vuelve a juntar y entonces me lleno de pedazos por dentro y mi cuerpo no sabe qué hacer con ellos, pesan tanto como peso yo cuando me hace frío.

Es gris y es negro si quiere, es cemento  y es alquitrán también.  Y el gris y el negro y el cemento y el alquitran, tapan el lugar por donde se supone que yo respiro y solo entonces se junta todo con el miedo y vuelve la luz blanca con la que se inició todo esto.

La luz, el alquitran, la pasta amarilla, el gris y el cemento...todo se va con el agua. Menos yo que ahora soy  un fuego agonizante... yo que si me acerco al agua podría desaparecer, evaporarme.

Mis brazos firmes me alejan del hueco, mis brazos firmes me alejan del suelo, doy un paso y después otro. Liviana ya, los pedazos hacia algún río y yo a cuatro largos pasos de mi cama.

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