martes, julio 29, 2025

Hasta la uva pasa


La primera vez que escuche  “vas a ser abuela” sentí mucha emoción.

Conté los días, fui a ecografías, pensé en nombres, en regalos, en detalles, en un futuro que no era mío, pero era nuestro. Porque Milo era de Claudia, y por eso, también fue mío.


Lo sentí como si siempre hubiera sido mi nieto. Vi su primera piel, fui parte de la primera luz que entró en sus ojos, escuché su voz ronca de recién nacido, sus risas, sus llantos. Descubrí sus silencios, entendí sus diferencias, memoricé sus gestos. Me convertí en su abuela, en su Vero. En su cómplice de zapatos, de autitos, de todas las cosas lindas.


Ya no sé si será así para siempre.


Todo es diferente ahora.


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La segunda vez, sentí miedo.


No emoción: miedo.


Miedo a que me aparten, a que me excluyan. Pensé que no iba a poder verlo en sus primeros minutos, que no iba a sacarle su primera foto, que no iba a llegar corriendo a su primer cumpleaños.


Claudia y yo recién habíamos terminado, y yo ya no estaba en el mapa de esa familia.


Pero ese bebé no fue. A la semana 20 terminó todo. Fui la primera en saberlo porque justo los chicos estaban conmigo. Una casualidad.


Tenían que sacar lo que quedaba de él. Cuando quise acompañarlos a la clínica, Ernesto me dijo: “No hay espacio.”

Aunque luego sí me llamó, para que los recoja y los lleve a Achocalla.

Porque el que ocupaba todo el espacio… ya no estaría ahí.


No fue mi nieto.


No me dejaron estar ahí cuando se iba.

Y si hubiera sido mi nieto, nada lo hubiera impedido.


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Hoy lo leí, tal cual:


“Serás de nuevo abuelita.”

“Nace en enero.”


Sentí felicidad por ellos. Por Caro, por Ernesto. Sentí una felicidad gigante y profunda, aunque tengo que confesar que no he sentido nada.

Lo mismo que cuando llega un mensaje que dice: “¿Abres mañana en la mañana?”

Lo mismo, lo mismo.

Nada.

Ni miedo, ni emoción, ni tristeza.

Nada.

Por primera vez, todo me pareció ajeno.

Como el sonido de las campanas del gas cuando el camión pasa por otro barrio.


Ajeno. Borroso.

Lejos en el tiempo.

Lejos en el espacio.

Lejos de todas las posibilidades.


Si me voy lejos de aquí...


Porque hasta lo más nuestro puede volverse de otros.


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