lunes, junio 30, 2025

El fin de una paloma

Hace un rato mataron a una de mis palomas.

No vi el golpe, no escuché nada. Solo llegué después, cuando todo ya estaba roto.

Un montón de plumas en la calle, manchadas de sangre. Una de ellas, blanca, voló antes del silencio. Crucé la calle para recogerla. No sé por qué, quizá para no olvidar que el último día de junio mataron a otra de mis palomas.

No sé cuál fue, pero la que quedó está sola.

Quietita en un poste, sin entender nada.

Y yo, con una pluma blanca en la mano, pensando que con eso podría devolver algo. Pero no sirve. No alcanza.

La vida es eso: aprender a caminar recogiendo plumas caídas,

y seguir sosteniendo lo que queda.

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