miércoles, noviembre 07, 2018

Luz

Jorgito ha vuelto al café, ha olvidado la arena de luca. Yo ya tenía encendido el motor. Apago. Espero. Cuando pasa al lado de mi ventana, se despide y me manda un beso. Enciendo las luces y alumbro la cuadra que le falta caminar hasta la esquina. Lo veo llegar y acelero hacia la misma esquina para darle la pasada cuando el cruce la calle hacia el minibus. Así me aseguro que Jorgito llegue a salvo a la parada.

Tampoco me gusta cocinar, pero más bien cocino deli.

Qué cosa misteriosa la vida.

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