Los narcisistas no son almas gemelas.
No vienen a amarte: vienen a devorarte.
Son depredadores disfrazados de salvación.
Parásitos emocionales que se nutren de tu luz,
de tu risa, de tus dudas, de tus heridas abiertas.
No es amor: es estrategia.
No son errores: es cálculo.
Te seducen con espejos, te atrapan con vacíos.
Mientras tú sueñas, ellos miden.
Mientras tú das, ellos extraen.
Mientras tú crees, ellos destruyen.
Deshacen tu autoestima con caricias falsas.
Erosionan tu identidad hasta hacerte dudar de ti misma.
Te aíslan, te minimizan, te desdibujan.
Y todo con una sonrisa.
No les abras la puerta.
No les justifiques.
No los esperes.
No confundas intensidad con amor ni manipulación con destino.
Esto es una advertencia.
Esto es una promesa de libertad.
El amor no debería doler, ni dejarte vacía,
ni hacerte sentir menos de lo que eras antes.
Tú no estás rota.
Ellos no son salvadores.
Tú mereces paz, verdad y ternura.
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