Tantas noches
En estos días he vuelto a despertar sin ti,
todo de nuevo.
Abro los ojos para volver a entender
que no estás.
No estás conmigo.
No sé a dónde ir cada noche.
Despierto directo al abismo.
Y el abismo ya no me asusta,
solo me cansa.
Cansa este cuerpo que camina solo,
que intenta acostumbrarse al hueco de tus pasos,
cansa esta piel que todavía te busca
en la tibieza del aire.
Hay algo cruel en la costumbre de no encontrarte.
Y sin embargo, cada mañana te nombro,
como si el sonido de tu ausencia
pudiera llenarme el pecho otra vez.
Enciendo una vela
y pienso lo feliz que estarías
de dormir con su luz pequeña,
como un faro quieto en la noche.
Y yo cerca de ti, como corresponde.
Como siempre debió ser.
Siempre me dices que todo va a estar bien,
pero… ¿cómo, sin ti?
¿De qué sirve que esté todo bien
si no estás tú para mirar
lo linda que es la vida
cuando todo está bien?
Tantas noches, mi amor.
Tantas noches en que me repito tus palabras
como un rezo gastado,
como si pudieran convencer
a este corazón terco
de que siga latiendo sin su motivo.
Tantas noches en que el silencio lleva tu nombre,
y la almohada guarda
las formas de tus promesas.
¿De qué me sirve la calma
si no puedo correr a contártela?
¿Para qué la belleza del mundo
si no tengo tus ojos para reflejarla?
Tantas noches, mi amor…
y aún así te espero.
Como si esperar
fuera una forma
de quedarme contigo.
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