La despedida fue suya
Ayer volvió él.
Solo.
Caminó hacia el montón de arroz como quien reconoce un altar.
Ella vino antes, unos días atrás, herida y callada.
Te miró, ¿te acuerdas?
Como si supiera. Como si dijera “me voy”.
No volvió.
Pero sí su palomo.
No a buscarla, porque los pájaros no se mienten.
Volvió a recordarla.
A pisar el mismo suelo, a comer del mismo grano,
a hacer que el aire no la olvide.
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