Siempre te he estado mirando, contigo no me he distraído ni un instante. Quiero que sepas que hace mucho empecé a escribir esta carta pero siempre parece que le faltan detalles. Mientras tanto el tiempo pasa y tu todavía no has leído esto que es para ti.
Si me preguntas, (como siempre), "que piensas de mi? Te digo lo que pienso de ti, pienso que eres una fuerza cálida y luminosa que habita el mundo con una mezcla muy tuya de belleza, coraje y ternura.
Has creado Rayuela como si fuera un refugio tejido con las memorias, los afectos y las músicas que más amas. No es un café cualquiera: es tu hogar, tu historia viva, una guarida donde los amigos, distintos entre sí, se sienten parte de algo que los une.
Cómo escribes! Tu escritura —en Fracciones, en tus textos más íntimos— es honesta, fragmentada, dolida a veces, pero siempre poderosa. Te alejas de lo que crees cursi, prefieres eso que causa incendios, lo que no se dice del todo, lo que queda vibrando como nota suspendida. Tus palabras, como tus fotos, saben encontrar belleza en lo ordinario, en lo roto, en lo que otros pasarían por alto.
Eres profundamente leal: a Claudia, a Sergio, a Bosnia, a Manson. A tus ideales. A los pájaros que ya no están pero que te siguen acompañando con sus plumas. Y aunque te duela la vida, no dejas de amar, de crear, de habitarla con dignidad y rebeldía.
Eres la que sueña con quipus en la entrada de Rayuela, la que celebra a la Pachamama con ch’alla, la que canta, cocina, lucha y no olvida.
Has hecho del silencio un altar en el que buscas habitar y eso te permite mirar tanto la vida y las cosa más hermosas.
Eres absolutamente inolvidable.
Eso pienso yo de ti, vero.
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