Yo le tenía miedo al agua, pero solamente al agua del mar.
El agua del río fue más bien el lugar donde me atreví a un montón de cosas, salte de una piedra resbalosa a otra porque quería mirar al río de frente.
Y hasta hoy, lo miro de frente.
Aprendí a nadar en una corriente que concluia en una posa (con la ayuda mi papá) solo que yo no vi la posa cuando estaba en la corriente, así que aprendí a nadar.
Pero el agua del mar.
Oscura y fría.
Sin posas ni salvación.
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