Es exactamente así como se detiene el tiempo.
Con un mínimo sobresalto, todo para.
Una cámara lenta que apenas avanza.
El pájaro deja de ser el centro.
En ese instante aparecen las cosas que nunca vemos:
las partículas del viento empujando a las partículas de nube,
la luz en su sitio.
El sonido.
La voz de las ballenas.
Todo en el mismo punto.
Un clic.
Lo vivido.
Lo que viene.
Toda mi memoria atrapada en un segundo
—¿Qué pasa en ese segundo?—
Depende del segundo.
A veces es sólo un pájaro. Entonces pasa una foto.
A veces es un abrazo que me sostiene y al mismo tiempo me parte por la mitad
la sangre de ella rozando la mía,
el temblor
En el segundo exacto en que un pájaro vuela y yo atrapo su vuelo.

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