Es raro, es mucho más que raro, todo es realmente frío y gris, no hay ningún punto intermedio.
Es irreal, absurdo, no es posible.
De pronto me invade una paz anormal, desconocida, mi cuerpo no la recibe tranquilo, se resiste, tiembla, el aire desaparece, no es real, no es normal, solo intenta prepararme para el siguiente abismo, ya sé cómo funciona, y mientras esa paz extraña me invade, solo pienso en el momento exacto en que se termina... rápido, violento, no hay forma de frenar, caes, caes, dejas de escuchar todas las voces, todas las bocinas, amigos, historias que hoy no quiero escuchar, no quiero escuchar nada ni a nadie, no quiero hablar, no quiero explicarles como se siente este abismo intermintente, desaforado, violento, para qué, para volver a esa paz absurda, sin motivo.
A donde voy? Qué camino elijo?
No me muevo ni un milímetro, no ando de una relación a otra, tengo una base, hemos construido una base, me equivoco, me esfuerzo la cago, hago magia, la vuelvo a cagar, pero construyo, construimos, armamos nuestras vidas, negociamos, discutimos, coincidimos, vivimos, vamos construyendo. Se enamoran nuestros hijos, empiezan sus vidas, traen niños para que nosotras los amemos, crecen, se van, vuelven. Viven, vivimos. Permanezco inmóvil, mirando lo que ya no será, inmóvil para no quebrarme.
Nuestros hijos para siempre.
Nuestros nietos para siempre.
Nada desaparece pero esta todo detrás de algo, inalcanzable, borroso, como algo que se prepara para desaparecer, olvido regar las plantas, no se pueden morir ellas ahora, no puedo regalas. Inalcanzable, sobre todo mañana, sobre todo más adelante, cuando los años pasen y no podamos charlar con esos niños y cuidarlos y asegurarnos de que nunca sufran, que nunca sufran nuestros niños. Tenemos que encargarnos de decirles a nuestros hijos que nuestros nietos no pueden sufrir, nunca, no de miedo, no de hambre ni de frio, no de inseguridad, tenemos que decirles a nuestros hijos, desde nuestro triunfo, desde nuestro compromiso, desde esto que hemos hecho tu y yo.
Todo borroso, como lo que se prepara para desaparecer. No vamos a decir nada, no vamos a tener charlas, no vamos a poder evitarles a nuestros nietos el sufrimiento de la vida. Porque no tenemos nietos más que uno, porque los que lleguen no nos van a conocer juntas, amandonos, construyendo una vida para ellos. Porque para esos que lleguen, nosotras no existimos como nosotras.
Mis sentidos se apagan, se pausan, mis ojos no quieren ver cosas bellas, mis oídos no escuchan canciones ni historias ni cuentos ni promesas ni alientos ni suspiros ni nada, no escuchan nada, Todo lo que escucho, lo escucho dentro de mi, escucho el viento dentro de mi, siento el frío del viento y me hielo por dentro. Todo pasa dentro de mi.
Por qué así?
Como la muerte inoportuna que te encuentra cuando cruzas la puerta de tu casa para salir a vivir, como la muerte que te mete un tiro en el pecho y te deja morir ahí, entre esos árboles qué son del cielo, solo, debajo de esos árboles para los que ni tu ni tu muerte son relevantes, así, de golpe, sin aviso, sin tiempo, sin razones, solo porque si, porque las balas perdidas son así. Matan aunque sean un error, en un segundo desaparece todo, tu café de la mañana, tu esperar que salga la luna, los besos de todas las mañanas, la casa, la casa con jardines llenos de arboles y de flores. Desaparece la hamaca donde escribirás para siempre los cuentos más hermosos, y la silla debajo del árbol donde siempre habrá un café recién hecho.
Desaparece todo y las nubes que pasan ni siquiera cambian su rumbo, el viento sigue soplando entre las hojas que caen encima de ti y entierran tu cuerpo o lo que queda de él.
El olvido.
Por qué así?
* Los arboles - Claudia Peña -. Pequeños fragmentos de un cuento que le puso palabras a lo irreversible.
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