Van a pasar las horas, que muy pronto serán días, y meses, y años.
No quedará rastro en esta tierra:
ni de la sangre,
ni de las caricias,
ni de las cosas con las que uno sueña.
No habrá lápida ni letras que el tiempo perdone.
Hasta que un día, será mi huella la que desaparezca.
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Van a sumarse los segundos hasta que llegue el último,
ese que se alarga y contiene todo,
con todos los detalles.
Un segundo.
Un segundo en la oscuridad.
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La muerte es una daga,
un cuchillo afilado.
Es la inmensidad en la que no existimos,
y al mismo tiempo,
el único lugar
donde habitamos
todos.
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