Yo conozco al patriarcado en persona,
tiene el pelo blanco y parece buen hombre.
Anda en caballo y lleva en sus alforjas
el peso del tiempo y la sangre del nombre.
Tiene permiso para andar por la vida
con sus hijas y con las hijas de su amante,
las llama suyas, las llama libres,
pero les ata el destino con guantes.
Habla de honor con voz quebrada,
su tono es dulce, pero su sombra arde.
Sonríe al sol mientras deja marcas
en las pieles que juró cuidarte.
Yo lo he visto en mesas largas,
brindando por lo eterno y lo sagrado,
bendice la tierra con su mirada,
mientras esconde cadenas en su costado.
Y aunque parece un hombre bueno,
su bondad huele a miedo y a costumbre,
es un señor de tiempos viejos,
que vive de imponerse en lo que aún no asume.
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